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===Fauce del Maldito=== : ''Artículo principal: [[Fauce del Maldito]]'' {{Book||height=30em|align=left|content= '''FAUCE DEL MALDITO''' <br><br> Las simples armas no suelen infundir temor en los demonios. La Fauce del Maldito es una excepción. Su nombre se menciona entre los fieles de la [[Legión Ardiente]] con una mezcla de temor y respeto. Ni siquiera los demonios se ponen de acuerdo sobre cuántas vidas ha segado. Un solo ser conoce la verdad. Se llama [[Netrezaar]] y su alma está vinculada a la propia hoja. <br><br> Él es quien infunde miedo a los demonios. Pues conocen el hambre insaciable que arde en su alma. Un hambre tan grande que no distingue entre amigo y enemigo. En manos de la Legión, el espíritu de Netrezaar consumió civilizaciones enteras. En manos de otro, no dudaría en hacer lo mismo con la Legión. Y disfrutaría de cada instante. <br><br> '''PRIMERA PARTE''' <br><br> Pese a su larga historia de derramamiento de sangre, la Fauce del Maldito no se creó para el genocidio. Se forjó para acabar con una única vida: la del gran señor demoníaco [[Kil'jaeden]]. <br><br> Kil'jaeden era uno de los líderes más apreciados de los eredar. Con una sola palabra, podía influir en las mentes y los corazones de su pueblo. Cuando se unió a la demoníaca Legión Ardiente, muchos eredar lo siguieron ciegamente. <br><br> Uno de los primeros en hacerlo fue un talentoso herrero llamado Netrius. Adoraba a Kil'jaeden y se pasó la vida buscando la aprobación del líder eredar. Netrius pensó que seguirlo en su compromiso con la Legión sería la prueba definitiva de su lealtad. <br><br> Como recompensa por su lealtad, Netrius fue reconvertido en el devorador fuego vil de la Legión. Magias volátiles le abrasaron el alma, y le deformaron la mente y el cuerpo para siempre. <br><br> Netrius, conocido ahora como Netrezaar, no volvió a ser el mismo. Incluso sus sentimientos hacia Kil'jaeden cambiaron. Lo que antes había sido admiración, se tornó en peligrosa obsesión. No bastaba simplemente con conseguir la aprobación de Kil'jaeden. Necesitaba más. <br><br> Una idea cobró forma en la mente de Netrezaar: para satisfacer su obsesión, crearía un arma que consumiera la fuerza vital de Kil'jaeden. Esa arma sería un día conocida como la Fauce del Maldito. <br><br> '''SEGUNDA PARTE''' <br><br> Netrezaar se convirtió en un herrero de gran renombre en la Legión Ardiente. Sus máquinas de guerra aterrorizaban mundos. Sus espadas traían la ruina a civilizaciones enteras. Pero en realidad la mayoría de esas armas eran meros experimentos en su búsqueda del instrumento perfecto con el que consumir a Kil'jaeden. <br><br> El éxito dependía de hallar un material capaz de extraer y contener la fuerza vital del señor demoníaco. Netrezaar pasó años buscando menas exóticas, la mayoría de las cuales resultaban inútiles. <br><br> Hizo un descubrimiento prometedor en [[Nihilam]], el Mundo de la Condenación. Hacía mucho tiempo, un enfrentamiento entre el líder de la Legión, [[Sargeras]], y sus colegas [[titanes]] había perturbado la trama de la creación en torno a Nihilam. Su apocalíptica batalla había ensombrecido el mundo e imbuido sus menas de metal con propiedades sobrenaturales. <br><br> Cuando Netrezaar extrajo estos metales, descubrió que eran casi indestructibles. Con la luz adecuada, los materiales reflejaban efímeras imágenes de la batalla librada entre Sargeras y los titanes. Y lo más importante, estos metales succionaban la esencia de cualquier criatura viva que los tocara. <br><br> Por primera vez en años, Netrezaar sintió júbilo. Al fin había dado con lo que necesitaba. <br><br> '''TERCERA PARTE''' <br><br> Netrezaar modeló la Fauce del Maldito en una de las grandes forjas demoníacas de Argus, mundo natal de los eredar. Al fabricar otras armas, solía imbuirlas de crueldad y malicia. No fue ese el caso con la Fauce. Netrezaar vertió en la hoja toda su admiración y obsesión enfermiza. <br><br> Trabajó día y noche, casi hasta la extenuación. Su objetivo era la perfección. No aceptaría menos para el arma que habría de besar la carne de Kil'jaeden. El hacha absorbería hasta la última gota de la fuerza vital del señor demoníaco y la canalizaría directamente hacia Netrezaar. No se perdería nada. Además, encantó la empuñadura del arma para que, al blandirla, los metales no drenaran su esencia. <br><br> Una vez acabado el trabajo, Netrezaar había creado una de las mejores armas del arsenal de la Legión. No se había visto nunca nada igual y nada igual volvería a verse jamás. <br><br> '''CUARTA PARTE''' <br><br> La primera víctima de la Fauce del Maldito no fue Kil'jaeden. Fue uno de los sirvientes de Netrezaar. <br><br> Netrezaar estaba al mando de docenas de [[mo'arg]], ingeniosos demonios especializados en ingeniería y herrería. Todos ellos sentían un enorme respeto por el herrero eredar, pero a este apenas le importaban sus seguidores. Al igual que los martillos y las tenazas, no eran sino herramientas a su disposición. <br><br> Para probar la Fauce, Netrezaar sometió a un par de mo'arg a horripilantes experimentos. Les cortó la carne lentamente con el hacha, para estudiar la rapidez con que drenaba su fuerza vital. La Fauce funcionaba según lo planeado. Las energías vitales de los demonios pasaban a través de la hoja y llegaban en torrente hasta Netrezaar. <br><br> '''QUINTA PARTE''' <br><br> De los dos mo'arg con los que Netrezaar experimentó, solo uno sobrevivió. Se llamaba [[Sangrelix]] y era el seguidor más devoto del herrero eredar. O al menos lo había sido. Los experimentos habían dejado a Sangrelix ajado y desfigurado. Su admiración por Netrezaar se tornó en un odio más incendiario que ninguna forja demoníaca. <br><br> Sangrelix no tenía la fuerza física suficiente para alzarse contra Netrezaar. Pero, aunque pudiera, rebelarse significaría un destino peor que la muerte. Netrezaar era uno de los eredar, uno de los elegidos de Kil'jaeden. <br><br> El destrozado mo'arg juró hallar otro modo de vengarse de su maestro. Observaba cada movimiento de Netrezaar en busca de un punto débil. Con el tiempo, Sangrelix descubrió algo extraño. El hacha de Netrezaar era poderosa, y sin embargo, no la usaba en combate. La ocultaba a los demás demonios, salvo a sus sirvientes mo'arg. ¿Cuál era su finalidad, si no servía para eliminar a los enemigos de la Legión? <br><br> Sangrelix cayó en la cuenta de que Netrezaar no tenía ninguna intención de usar el hacha al servicio de la Legión. La había fabricado con otro propósito. <br><br> '''SEXTA PARTE''' <br><br> Netrezaar estaba satisfecho con la Fauce y decidió que era el momento de usarla con Kil'jaeden. Le ofrecería el hacha como regalo y atacaría al desprevenido señor demoníaco. <br><br> Tal vez habría funcionado. Pero cuando Sangrelix supo de la reunión con Kil'jaeden, la última pieza del puzzle encajó. Comprendió el auténtico fin del hacha de Netrezaar. <br><br> Avisó a Kil'jaeden de la traición y este tramó su propio plan. Kil'jaeden se reunió con Netrezaar como estaba previsto. Pero antes de que el herrero pudiera ofrecerle su "regalo", el señor demoníaco atacó. Con su magia atrapó al espíritu de Netrezaar mientras Sangrelix se hacía con la Fauce. <br><br> Los gritos de tormento de Netrezaar resonaban por todo [[Argus]] mientras Sangrelix rebanaba la carne de su maestro. No se detuvo hasta que solo quedó hueso. <br><br> '''SÉPTIMA PARTE''' <br><br> El destino de Netrezaar fue peor que la muerte. Kil'jaeden se aseguró de ello. Encerró el espíritu aullante de Netrezaar en la propia calavera del herrero. Y después ordenó a Sangrelix que fijase el hueso en la Fauce del Maldito. <br><br> Así, Netrezaar sería uno con su querida hacha para siempre. Los metales del arma drenarían constantemente su espíritu, por lo que Netrezaar sufriría el tormento de un apetito insaciable. Ninguna cantidad de fuerza vital lo satisfaría jamás. Al contrario, cuanto más consumiera, peores serían las punzadas de hambre. <br><br> Kil'jaeden le concedió el hacha a Sangrelix como recompensa por su lealtad. Tan solo le dio al mo'arg una orden específica: que mantuviera el espíritu de Netrezaar siempre alimentado para que su tortura no cesara nunca. <br><br> Sangrelix experimentó con el hacha, la usaba para extraer la esencia vital de los prisioneros de la Legión. La Fauce del Maldito solía drenar más esencias vitales de las que el espíritu de Netrezaar podía consumir. Las que sobraban fluían directamente hasta Sangrelix, que fue recuperando fuerzas gradualmente. <br><br> Cuando se corrió la voz sobre el hacha y sus orígenes, los demonios se refirieron a su prisionero como Netrezaar el Maldito. Fue este apodo lo que llevó a Sangrelix a renombrar el arma. <br><br> La llamó Fauce del Maldito. <br><br> '''OCTAVA PARTE''' <br><br> En un pequeño mundo asediado por la Legión, Sangrelix fue testigo del verdadero poder y potencial de la Fauce. <br><br> A él y a un equipo de mo'arg les habían encomendado la construcción de una ciudadela que sirviera de base de operaciones. En una batalla, esta fortaleza sufrió el ataque de los valientes defensores del mundo, que abrieron una enorme brecha en la muralla de la ciudadela. Los mo'arg comprendieron que si no eran capaces de repararla con rapidez, su base de operaciones caería ante los enemigos de la Legión. <br><br> Sangrelix se prestó para defender la brecha mientras los otros mo'arg trabajaban. Cientos de enemigos atacaron la abertura del muro mientras lanzaban gritos de guerra en una lengua desconocida. Sangrelix resistió e hizo pedazos a todo aquel que se puso al alcance mortífero de la Fauce. Nunca flaqueó. Al contrario, por cada enemigo abatido ganaba en fuerza y vitalidad. <br><br> Tras la caída del último atacante, el resto de mo'arg se dieron cuenta de que ya no necesitaban reparar la brecha. Sangrelix la había taponado con cadáveres. <br><br> '''NOVENA PARTE''' <br><br> Cuanto más utilizaba la Fauce, más cambiaba Sangrelix. Creció hasta convertirse en una imponente masa de puro músculo que dejaba a cualquier otro mo'arg en ridículo. Debido a su monstruosa apariencia, se ganó un nuevo nombre: el Desgarracarnes. <br><br> A pesar de todo el poder que adquirió de la Fauce, había ocasiones en que Sangrelix no utilizaba el hacha. A veces, se limitaba a observar desde lejos mientras la Legión invadía nuevos mundos. Sangrelix se dedicaba a provocar al espíritu de Netrezaar: describía con gran lujo de detalles tanto la batalla como todas las vidas allí perdidas. <br><br> Cuando la Fauce comenzaba a temblar en las manos de Sangrelix, este sabía que el espíritu de Netrezaar sufría. El mo'arg disfrutaba tanto con estos actos de tortura como al imbuirse de la fuerza vital de sus víctimas. <br><br> '''DÉCIMA PARTE''' <br><br> En el mundo de [[Centralis]], la Fauce del Maldito se aseguró su lugar como arma legendaria. <br><br> Centralis era el hogar de una estirpe de poderosos guerreros. Resistieron los intentos de conquista de la Legión durante mucho más tiempo que otras razas. No obstante, como todos los que resistían contra los demonios, estaban condenados a la derrota. <br><br> En lugar de acabar sin más con los habitantes de Centralis, Kil'jaeden decidió que serían víctimas perfectas para la Fauce del Maldito. Atiborraría a Netrezaar con su intensa esencia vital, lo que lo llevaría a nuevas cotas de tormento. <br><br> Sangrelix viajó a Centralis bajo las órdenes de Kil'jaeden. Partió al frente de un enorme ejército de la Legión, Fauce en mano. Su hoja atravesó las armaduras, la carne y el alma de todos los que se toparon en su camino. No hubo rincón en Centralis que quedara a salvo del poder de Sangrelix. No hubo piedad para nadie, ni siquiera para la más insignificante de las bestias salvajes. <br><br> Tras su larga marcha, tan solo dejó atrás un mundo sin vida. <br><br> '''UNDÉCIMA PARTE''' <br><br> Tras la masacre de Centralis, Sangrelix siguió aprendiendo cómo maximizar el poder de destrucción de la Fauce. Llegó a ser tan destructivo con el hacha que se convirtió en una de las piezas más valiosas de la Legión. En lugar de desaprovechar a Sangrelix con batallas menos importantes, Kil'jaeden reservaba al mo'arg para empresas especiales. <br><br> De esta forma, Kil'jaeden podía seguir de cerca a la Fauce y conocer su paradero. A pesar de que Sangrelix era de su total confianza, no soportaba la idea de que el hacha pudiese caer en manos enemigas. <br><br> Mientras Sangrelix portaba la Fauce, esta se cobró innumerables víctimas. Por muchas almas que devorara el espíritu de Netrezaar, sus incesantes alaridos seguían resonando a través del hacha. El miedo a la Fauce y a su prisionero maldito se instaló incluso entre los demonios, que ya habían visto cómo el arma consumía a razas enteras. Y a todo un mundo. Aun así, su ansia no se aplacaba. <br><br> Se desconoce si Netrezaar verá colmada su hambre algún día. }}
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