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La historia hasta el momento es una actualización de la Historia de Warcraft, con los sucesos acaecidos entre el final de la lucha contra el Rey Exánime y el comienzo de la devastación provocada por el resurgir de Alamuerte en Azeroth.

Esperanzas devastadas[ | ]

El reino de terror del Rey Exánime había concluido. Y como si para reafirmar que le esperaba un brillante futuro a Azeroth, también tuvieron lugar otros eventos llenos de regocijo en todo el mundo. El Archidruida Malfurion Tempestira fue, finalmente, liberado de su aprisionamiento en la sombría Pesadilla Esmeralda gracias a los esfuerzos de su amada, la Alta Sacerdotisa Tyrande Susurravientos, y sus aliados. En algún otro lugar, tras años en el exilio, los enormemente inteligentes gnomos y los indomables trols Lanza Negra consiguieron avanzar hacia el reclamo de sus respectivos hogares en Gnomeregan y las Islas del Eco.

Pero, justo cuando la esperanza comenzaba a surgir entre las razas de Azeroth, se desató la tragedia. Los espíritus elementales del mundo comenzaron a comportarse de manera cada vez más errática, desatando una serie de desastres naturales mortales. Agentes del nefario Martillo Crepuscular surgiendo a lo largo y ancho de las ciudades de la Horda y la Alianza, extendiendo su mensaje sobre el inminente apocalipsis. Los líderes del mundo lucharon por encontrar una solución a la creciente inestabilidad de Azeroth.

En el bastión enano de Forjaz, el rey Magni Barbabronce se adentró en un ritual místico para entrar en comunión con la tierra. Sin embargo, la ceremonia tuvo un efecto inesperado: Magni fue transformado en diamante y fue fundido con las profundidades de la propia ciudad en la montaña. Como consecuencia de su petrificación, los clanes Barbabronce, Martillo Salvaje y Hierro Negro acordaron gobernar sobre Forjaz por medio del Concilio de los Tres Martillos, pero el futuro de la ciudad permanecía en el aire.

Mientras tanto, Thrall viajó a las tierras de sus ancestros en Nagrand, esperando conseguir información de lo espiritus elementales de Terrallende así como otros chamanes respetados. En su ausencia, Thrall designó a Garrosh Grito Infernal, hijo del legendario orco Grom, como el jefe de guerra en funciones de la Horda. El desaprobador comportamiento de Garrosh tensó las relaciones entre la Horda y la Alianza. La desagradable matanza de druidas en Vallefresno, que el Martillo Crepuscular había perpretado para que pareciese un acto de la Horda, hizo escalar las tensiones más allá y demostró desconfianza incluso entre los propios camaradas de Garrosh.

En particular, Garrosh enfureción a Cairne Pezuña de Sangre, el sabio gran jefe tauren. Creyendo que el nuevo jefe de guerra lideraría a la Horda hacia el desastre, Cairne desafió a Garrosh a un duelo de honor. Aunque el poderoso tauren luchó valientemente, no hubiera podido ganar pese a toda la fuerza que pudiera poseer. La matriarca de la tribu tauren de los Tótem Siniestro, Magatha, había envenenado la hoja de Garrosh, sin el conocimiento de ninguno de los combatientes del duelo. Cairne quedó inmovilizado tras ser herido durante la batalla, permitiendo al nuevo jefe de guerra asestar un golpe mortal.

Tras el duelo, los agentes de Magatha tomaron el control de la capital tauren, Cima del Trueno, para los Tótem Siniestro. Los usurpadores también planeaban asesinar al hijo de Cairne, Baine, pero el joven tauren eludió a sus asesinos y preparó un contraataque. En última instancia, Baine y sus fuerzas reclamaron Cima del Trueno, expulsando a Magatha y sus traicioneros seguidores de las tierras tauren para siempre.

Ajeno a todos estos críticos sucesos, Thrall recibió un ominoso aviso en Nagrand de la Furia de la Tierra: el temor y confusión de los elementales reflejaba la condición de Terrallende justo antes de que el mundo, conocido por ellos como Draenor, fuera destruido. Sin embargo, Thrall tenía poco para actuar tras tan incómoda revelación…

En un repentino cambio eclipsando la reciente intranquilidad elemental, Azeroth se partió. Violentos terremotos arrasaron la tierra. Montañas de fuego y magma surgieron del suelo. Colosales olas destruyeron las líneas costeras y causaron grandes inundaciones.

El Cataclismo había comenzado [1]

Heraldos del crepúsculo[ | ]

Mientras las razas del mundo luchaban por sobrevivir a causa del cataclismo, aparecieron nuevos detalles concernientes a qué o quién había causado el desastre. Antes del gran cambio, la Furia de la Tierra le había dicho crípticamente a Thrall que la inestabilidad de Azeroth había sido causada por algo bueno que se había vuelto antinatural. Algo que deseaba infligir dolor y sufrimiento a todo el mundo.

El aviso era en referencia a un ser que fue conocido una vez como Neltharion, el Guardián de la Tierra. Hace mucho tiempo, a este Aspecto del vuelo negro se le fue concedido el dominio sobre los dominios terrestres de Azeroth de la mano de los benevolentes titanes. Sin embargo, los incesantes susurros de los Dioses Antiguos habían conducido a Neltharion gradualmente a la locura, provocando que abandonase su sagrada tarea. Tiempo después, durante la Guerra de los Ancestros, revelaría su traición al utilizar contra sus aliados un artefacto tremendamente poderoso, el Alma de Dragón, aniquilando casi todo el vuelo azul. A partir de ese momento, y para siempre, Neltharion respondería a un nuevo nombre: Alamuerte.

La atención asesina de Alamuerte se había centrado en la subyugación de los otros vuelos, un objetivo que no pudo cumplir décadas atrás cuando fue obligado a ocultarse tras la persecución por los Aspectos Dragón Alexstrasza, Ysera, Nozdormu, y Malygos. En ausencia de Alamuerte, los agentes del vuelo negro continuaron uno de sus planes más oscuros: crear una especie de dragones más poderosos. El más prometedor de estos pérfidos experimentos dio como resultado los dragones crepusculares, criaturas maléficas que aparecieron por primera vez en la ciudad enana abandonada y maldita de Grim Batol, y poco después dentro del santuario de la Cámara de los Aspectos.

Durante mucho de estos acontecimientos, Alamuerte permaneció oculto. Circularon rumores sobre su muerte, llevando a la asunción de que su malévola influencia sobre Azeroth estaba llegando a su fin. Pero no era el caso. En Infralar, el dominio de tierra dentro del Plano Elemental, Alamuerte alimentó su odio hacia los habitantes de Azeroth, esperando su momento para irrumpir desde su guarida y reforjar el mundo en llamas. Ese fatídico día, el Cataclismo, llegó poco después del retorno de Thrall desde Terrallende.

El violento regreso de Alamuerte hizo mucho más que partir las tierras de Azeroth; también rompió las fronteras del Plano Elemental. Durante la confusión posterior, los caóticos elementales emergieron a través del mundo desde Fauce Abisal, Infralar, las Tierras de Fuego y el Muro Celeste. Trabajando con Alamuerte, el culto del Martillo Crepuscular, y su retorcido líder, Cho’gall, establecieron fortalezas a lo largo del mundo con la ayuda de dragones crepusculares y elementales esclavizados.

Hasta el momento, muchos de los defensores de Azeroth se han dedicado a combatir contra el culto por sí mismo, y a calmar a las fuerzas elementales que amenazan con partir el mundo. Por encima de estos campeones destacan los chamanes del Anillo de Tierra, incluyendo Thrall, Nobundo y Muln Furiatierra. Otros héroes de la Horda y la Alianza también han respondido al desafío, pero su atención ha sido dividida a causa de las escaramuzas entre ambas facciones.

En medio de la confusión, otros dos grupos bajo asedio están luchando por sobreponerse a sus propios problemas. El reino humano de Gilneas, aislado del resto del mundo durante años, se encuentra bajo el asalto de los Renegados de la Reina Sylvanas. Al margen de los no muertos, el reino está siendo asaltado por una debilitante maldición que transforma a sus víctimas en bestias-lobo ferales, conocidas como huargen. Mientras tanto, una erupción volcánica en la isla tropical de Kezan ha expulsado al Cartel Pantoque y otros goblins de sus hogares. El príncipe mercante Gallywix ha aprovechado para capitalizar este momento de pánico y estafar a sus compañeros goblins los ahorros de sus vidas, y su libertad, a cambio de un transporte lejos de Kezan.

Del mismo modo que Gilneas y el Cartel Pantoque, otros reinos y facciones del mundo se enfrentan a sus propias pruebas, desde sus propias luchas políticas internas hasta la reaparición de viejos enemigos. Pero hay una verdad inescapable que es común a todos ellos: si Alamuerte y sus nihilistas sirvientes no encuentran oposición, el Cataclismo palidecerá en comparación al caos que espera en el futuro de Azeroth [2].

Referencias[ | ]

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